El término cervicalgia tiene su origen en el latín “cervix” que significa cuello y en el griego “algos” que significa dolor. Por lo que tal y como indica su nombre la cervicalgia es lo que se conoce popularmente como dolor de cuello.
Antes de comenzar a hablar sobre esta afección cabe mencionar que la región cervical se compone de diversos músculos y nervios y de siete estructuras óseas que se corresponden con las vértebras. Todos ellos permiten dotar a la zona de gran flexibilidad y capacidad de movimiento. Y, al mismo tiempo se ven afectados por la cervicalgia. De ahí que esta patología pueda tener distintas manifestaciones.
La cervicalgia se manifiesta principalmente mediante la aparición de dolor en la zona cervical. Dicho dolor puede presentarse de manera localizada en el cuello o expandirse por otras partes del cuerpo como la cabeza, los hombros, la espalda o los brazos. Pudiendo ocasionar hormigueo, migrañas o cefaleas, mareos, náuseas, rigidez o pérdida de movimiento.
Causas
Lo más común es que la cervicalgia se produzca como consecuencia de la acumulación de tensión o sobrecarga muscular de la zona, el estrés o la adopción de malas posturas durante periodos de tiempo continuados. Sin embargo, existen muchos más factores que pueden contribuir en el desarrollo de esta patología como, por ejemplo:
- Debilidad muscular: al igual que la cervicalgia puede aparecer como consecuencia de una sobrecarga muscular también puede estar causada por la falta de ejercicio.
- Latigazo cervical: se trata de una lesión neuromuscular de tipo traumática que se produce, generalmente, en accidentes automovilísticos como consecuencia de que al producirse una colisión el cuello se mueve bruscamente de atrás hacia adelante provocando daños en los músculos, tensión, dolor y rigidez cervical.
- Bruxismo o alteraciones en la articulación temporomandibular: rechinar los dientes o padecer problemas de maloclusión provoca un estado de tensión continuado que al mismo tiempo puede conducir a un bloqueo de las vértebras cervicales y al desarrollo de la cervicalgia.
- Enfermedades reumáticas o de tipo inflamatorio: como por ejemplo la espondilitis anquilosante o la artritis reumatoide.
Otras causas que también cabe mencionar son:
- Mala alimentación
- Afecciones estomacales o viscerales.
- Traumatismos y contracturas musculares.
- Desgaste del sistema musculoesquelético.
- Problemas de visión.
- Patologías como la escoliosis, la fibromialgia, la osteoporosis o la meningitis.
Síntomas
El principal síntoma de la cervicalgia es el dolor. Aunque, como comentábamos, pueden producirse otras manifestaciones como rigidez, dificultad de movimiento, sensación de hormigueo, dolores de cabeza o cefaleas, mareos, náuseas, vómitos, cansancio o debilidad, alteraciones en el sentido de la vista y parestesias de la lengua con su hemicara correspondiente.
Cervicalgia y migraña
La cervicalgia está estrechamente relacionada con el desarrollo de migrañas, cefaleas tensionales y dolor de cabeza. Esto se debe a que la musculatura cervical no solo se encuentra en el cuello, sino que se extiende hasta la base de la cabeza por lo que si esta musculatura se contractura, se acorta o está sometida a gran tensión puede afectar a terminaciones nerviosas de la cabeza provocando un dolor agudo en un lado de la cabeza o en ambos y que incluso puede llegar a expandirse hasta la zona ocular.
La migraña cervical o cefalea cervicogénica también puede producirse como consecuencia del desplazamiento de una estructura ósea, es decir, de una vértebra cervical. Y se caracteriza por causar dolor de cabeza moderado o intenso, mareos, náuseas, alteraciones de la visión, fotofobia o sensibilidad a determinados olores y ruidos.
Cervicalgia, Dorsalgia y Lumbalgia
Aunque cervicalgia, dorsalgia y lumbalgia pueden parecer patologías totalmente diferentes lo cierto es que se da una interconexión entre ellas. Para explicar la relación entre estas tres afecciones vamos a definir primero cada una de ellas:
- La cervicalgia, como hemos visto a lo largo del artículo, consiste en el dolor de cuello como consecuencia de malas posturas, sobrecarga, tensión muscular, contracturas o traumatismos.
- La dorsalgia se refiere al dolor que se manifiesta en la columna dorsal. Es decir, en la zona comprendida entre la base del cuello y las costillas flotantes.
- Y, por último, la lumbalgia o lumbago se corresponde con el dolor de la columna lumbar, que abarca la parte baja de la espalda, entre el final de las costillas y el principio de la pelvis.
Es importante destacar que estos términos solo nos sirven para indicar la presencia de dolor en una zona concreta de la espalda, pero no nos aportan información sobre su causa o el origen. De manera que una afección que se produzca en una zona puede reflejarse en otra. Es decir, una lesión cervical puede reflejarse en la zona lumbar o dorsal haciendo que la persona padezca dolor en las dichas zonas y no en el cuello.
Esto se debe a que todas las vértebras de la columna, a pesar de que pueda dividirse en columna cervical, columna dorsal o columna lumbar, se encuentran conectadas por medio de los discos intervertebrales haciendo que las lesiones en la columna o la espalda puedan afectar a diferentes zonas y estructuras musculares u óseas. Además, toda la espalda, a su vez, está conectada por múltiples terminaciones nerviosas que también contribuyen a que el dolor se extienda por diferentes partes de la espalda independientemente del punto en que se hayan originado.
Diagnóstico y tratamiento
Si padece dolor cervical, dorsal, lumbar o de espalda y además sufre alguno de los síntomas mencionados como, por ejemplo, dolor de cabeza o migrañas debe acudir a visitar a su médico a la mayor brevedad posible para que pueda proporcionarle un diagnóstico preciso y comenzar cuanto antes con el tratamiento.
Su médico llevará a cabo una exploración física a fin de valorar aspectos como las zonas dolorosas, la postura, el grado de movilidad y el funcionamiento de músculos y nervios. Además, para un diagnóstico preciso puede solicitar la realización de pruebas complementarias como radiografías o resonancias magnéticas a fin de determinar el origen de la afección.
Una vez diagnosticado conviene comenzar con el tratamiento lo antes posible, ya que si no se trata adecuadamente y la patología se mantiene en el tiempo puede terminar volviéndose crónica y provocar daños mayores o afectar a otras estructuras.
Entre los tratamientos convencionales caben destacar la ingesta de analgésicos y antinflamatorios, la aplicación de frío o calor local y las sesiones de fisioterapia para eliminar las contracturas, reducir la tensión muscular, realizar ejercicios y estiramientos y adoptar una correcta higiene postural. En casos más extremos también se puede recurrir a la cirugía.
Sin embargo, dentro de la fisioterapia, existe un nuevo tratamiento altamente efectivo capaz de aliviar los síntomas, contribuir a la recuperación de la movilidad de la zona y mejorar considerablemente la calidad de vida de los pacientes sin necesidad de consumir medicamentos ni pasar por quirófano.
Se trata de la fisioterapia láser bioestimulante combinada, un método indoloro y no invasivo por el cual se trabajan de forma concreta y localizada los músculos y nervios afectados reduciendo la inflamación y el dolor gracias a sus propiedades analgésicas y antinflamatorias y permitiendo que los tejidos se reestructuren por sí mismos recuperando, al mismo tiempo, su funcionalidad.
En Fisioláser somos especialistas en el tratamiento de la cervicalgia, dorsalgia, lumbalgia y migraña mediante la fisioterapia láser. No dudes en ponerte en contacto con nosotros sin compromiso. Estudiaremos tu caso de manera personalizada para brindarte el tratamiento que más se ajuste a tu situación y necesidades.